Por Yorman Danilo Galviz / Educador, vinculado a Fe y Alegría en San Cristóbal de Táchira, actualmente directora regional de IRFA frontera Apure y Táchira. Ante la realidad que trastoca el sentir de la humanidad provocada por los efectos de una pandemia, que desentrañó nuestros más profundos miedos, es menester detenerse a reflexionar un poco, de seguro en este ejercicio surgen más preguntas que respuestas, buscando entender como la humanidad se ha limitado a espacios tan reducidos como lo es el hogar para su supervivencia, claro y no es para menos, seguramente son mecanismos de defensa provocados por el temor de enfermarse y morir, de seguro eso no da tiempo para pensar en tantos que no cuentan con esos espacios reducidos para sobrevivir y auto protegerse de los embates que está provocando esta enfermedad que emerge para criterio de muchos como un forma de autodefensa de la naturaleza por el impacto negativo que el ser humano ha provocado sobre ella. Detenerse a pensar en aquellos niños cuyos padres en muchos rincones del mundo, Venezuela y Colombia entre ellos han decidido partir buscando otras opciones de supervivencia, sin pensar en las consecuencias que esto conlleva, detenerse a pensar en aquellos hombres y mujeres que hoy están abandonados a la suerte del día porque un día dejaron sus casa, sus familias y sus tierras huyendo de su país preñados de necesidad y hoy viven en la constante angustia de saberse lejos de los suyos y sin un refugio donde aguardar la cuarenta promulgada por los gobiernos de los países destino, en estas líneas quiero invitar a las conciencias de aquellas personas y comunidades de acogida a romper las barreras del egoísmo y la desigualdad, la migración es un derecho, donde quiera que haya un migrante, hay una historia de vida, hay una familia, por lo tanto no debemos dejarlos solos, son personas que esperan un poco más de la vida. “… La acual crisis sanitaria provocada por el coronavirus y que no parece tener fin al menos en el corto plazo y que requiere de nosotros los comunicadores una espacial atención, no porque vayamos a resolver el problema no, pero si para hacer sentir a nuestros migrantes acompañados, para alzar la voz por ellos y por sus derechos….” Hoy escribo estas líneas, pensando en Javier, Darwin, Angélica y otros tantos que años atrás decidieron partir de Venezuela buscando una vida mejor al sur de nuestro continente y que hoy están viviendo este embate del Covid-19 lejos de los suyos, expuestos a la vulneración de sus derechos como personas, escribo porque me siento interpelado al ver la realidad que viven nuestro migrantes, ya no es suficiente con la profunda crisis social y humanitaria que vive Venezuela sino que ahora se le suma la crisis sanitaria provocada por el coronavirus y que no parece tener fin al menos en el corto plazo y que requiere de nosotros los comunicadores una espacial atención, no porque vayamos a resolver el problema no, pero si para hacer sentir a nuestros migrantes acompañados, para alzar la voz por ellos y por sus derechos.
Sin duda hoy necesitamos más espacios como estos que permitan visibilizar la cruda realidad que viven nuestros jóvenes, nuestros niños, nuestras madres y ancianos en situación de movilidad humana, espacios que nos permitan humanizar esta realidad y captar la sensibilidad de las comunidades de acogida y por qué no de las autoridades y gobiernos así como entes que cuentan con los recursos para atenderles y acompañarles en sus luchas. El coronavirus no puede ser las excusa para desatender esta realidad, debemos seguir creando condiciones de acompañamiento y servicio desde la comunicación a nuestros hermanos migrantes, hoy más que nunca no podemos detenernos, estamos llamados a servir, anunciar y denunciar desde nuestros espacios, hoy debemos fortalecer nuestros lazos y ser mas Parceros y más Panas con aquellos que más nos necesitan.
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