Por: Andrea G. Leal Castellanos / educadora de Fe y Alegría Venezuela, colaboradora de la Red de Reporteros de Entre Parceros y Panas En esta oportunidad queremos centrar la atención de los lectores, en un tema muy poco comentado en las coberturas realizadas en el tiempo de cuarentena. Este es el embarazo y los derechos de la madre y el infante, en un contexto cómo el de Venezuela. Todos los estados, especialmente los latinoamericanos, lugares de referencia para recepción de migrantes venezolanos en los últimos años consagran el derecho a la vida como irrenunciable. A pesar de esto, en las zonas fronterizas se hizo común ver a mujeres en estado de embarazo, una etapa que requiere especial atención y cuidado, desplazándose obligadas por las circunstancias a buscar mejores opciones incluso más dignas para traer sus hijos al mundo y esto ha significado la llegada de gestantes y mujeres a punto de dar a luz, a las ciudades próximas a la frontera tanto de Brasil como de Colombia. Reportes especializados han registrado, que incluso en centros de atención en salud de la ciudad de Cúcuta el 70% de las mujeres atendidas en el área de maternidad eran venezolanas. A mediados de 2018, Migración Colombia aseguró que 8.200 venezolanas en estado se habían instalado en dicho territorio. Hasta hace algún tiempo, está decisión significada que estos niños nacidos en territorio extranjero se configuraran como niños sin patria, violentándose su derecho a la identidad. Pero este es sólo uno de los derechos violentados, a los menores y sus madres.
Las madres vieron afectados su derecho a la reproducción y control de la misma por la falta de anticonceptivos en el país, no accedían a controles prenatales por la carencia de especialistas y recursos para tal fin en las instituciones públicas del país, ni hablar del momento del parto tan deshumanizado que se vieron evidencias de madres teniendo a sus hijos en pasillos de algunos hospitales. Pero la cuarentena ha significado el compromiso nuevamente de los derec}hos de las madres y sus infantes en el forzado retorno, muchas de ellas y sus familias por no poder realizar trabajo para sostenerse, debieron tomar la decisión de volver. En largas caminatas sin ningún tipo de protección emprendieron el camino de vuelta a Venezuela. Historias como la de Luciano cuya madre llegó a penas a tiempo descompensada, cuando ya no detectaba los movimientos de su bebé y logró ser atendida en el Hospital Central en el Estado Táchira. Es importante, llamar la atención de las organizaciones que trabajan en pro de los derechos humanos, y de los gobiernos responsables, puesto que la gestación en todas sus etapas amerita especial protección, y si ciertamente los migrantes se han visto afectados por la cuarentena, mucho más estas madres, que no han encontrado la estabilidad que buscaban para este momento de especial atención en sus vidas.
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